Culillo inquieto, ¡así me define mi madre! , aunque tanto ella como mi padre tienen gran parte de la culpa de mi amor por la naturaleza, ya que desde bien pequeñitos nos llevaron a mi hermana y a mi a recorrer los parques nacionales más bellos del país siempre de camping, siempre juntos.
¿Y quién tiene la culpa de mi pasión por la fotografía? ¡Mi tia!
No tenía más de 7 años cuando me regaló una antigua cámara Werlisa que además no funcionaba, en plan; -«vamos a darle al nene una cámara rota para que juegue»-. Recuerdo que eran hogueras y me enamoré de cómo se veía el mundo a través de un visor. Evidentemente, la cámara no llevaba carrete, y menos mal, porque disparé más de cien mil veces. Aquella tarde no me despegué de la vieja cámara y a partir de ese momento de un modo u otro la fotografía siempre ha estado presente en mi vida.
Alicantino de nacimiento, profesional y apasionado del baile y graduado en psicología con master en psicología general sanitaria, paso los días entre mi amado trabajo: las clases de baile, la consulta de psicología, y los planes del siguiente viaje.
Afortunadamente, he encontrado la horma de mi zapato en mi mujer, Amanda, que no sólo ha sabido responder a esta necesidad incansable de buscar nuevos destinos, sino que comparte conmigo experiencias, planes y hace que viajar aún sea más divertido en su compañía.
